viernes, 12 de octubre de 2007

octubre


Era un niño normal que hacía las cosas normales de un niño nacido en una familia predecible de un país inmaduro. No estaba mal. Algo particular en ciertas cosas jugaba en otra dimensión cuyo nombre no alcanzo a facilitar porque lo sé de oídas, su caso - si se me permite llamarlo caso, caso, palabra imparcial, fácil y de medias tintas que no suelo utilizar-.
Como digo, se trataba de un niño dentro de lo previsto, acuciado inconscientemente por asuntos que ya comenzaría a entender más tarde, lleva a cabo su vida con curiosidad y minuciosidad, pasividad por las dádivas, podría aparentar; no, si acaso, una cierta atracción por la calma y una secreta pasión por las muestras de poder. Esto es muy complejo explicarlo- me confesaron quienes le conocían-
Ahora hagamos un salto en el tiempo...
-¿pero, entonces, qué problema había?
- Era algo sobre el tiempo...se ve que salía mucho a la calle y mientras le permitían curiosear el atropellaba la vida y la apresaba con manitas inconscientes, luego manos, pero siempre con la persuasión de experimentar, de estar.
Un día de otoño, de octubre, el niño tuvo una mala experiencia y todo empezó a cambiar.
Seguía haciendo lo mismo pero ese mes comenzó a cubrir las cosas la vida y la extrañeza de todo acto que antes admiraba con toda persuasión.
De pronto un día cualquiera su madre le preguntó,¿te has lavado las manos? - ¡octubre!, dijo...y se fue corriendo...la madre quedó estupefacta..evidentemente
Pero con el tiempo se asustó y de veras tenía motivos para ello: el niño comenzó a decir octubre a cada cosa.Toda cosa era octubre: mesa octubre dedo octubre ventana octubre pájaro octubre clase octubre cena octubre juguete octubre cosa octubre. Sus frases estaban formadas por la palabra octubre; él conocía la equivalencia de cada palabra sin embargo de su boca tan sólo salía octubre...sin desinencias, cada palabra, sin flexión, sin posibilidad de pluralidad, sin significación y sin vacío además porque en su expresión todo adquiría al pronunciarlas y modularlas pleno sentido, pero éste era difuso por completo a ojos del resto.
Sabes...creo que todos tenemos dentro a el lector que, como tu, ahora, no entiende lo que quiere decir aquel que fuimos...y cuando lo entendemos...ya no hay tiempo, debemos ser adultos.
-Entonces, ¿ya hemos metido la pata?
-Eso ya ha pasado...ahora basta con escucharse a uno mismo, quien sea ahora; por mi parte a mí y ti, siempre.
(beso)